Apóstoles digitales

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Apóstoles digitales

Apóstoles digitales

Ahora la moda está en la pose. Los eufemismos de la remozada promesa política del tan gastado "cambio"  inundan los corazones de los gestores de los lobbys que estallan  en  facturas para los partidos en las que no podemos ver el importe porque el humo del fanatismo y el marketing del optimismo nos acaban cegando.

La mayoría de los nuevos apóstoles digitales se han agarrado a la melodía de lo 2.0bama, los apóstoles que llevan meses profetizando, adelantando y retrasando predicciones sobre el pasado 1.0 el presente 2.0, el futuro trespuntocerista y el recontrafuturo del furuku de lo semántico ya tienen su maquinaria engrasada y armada.

Los apóstoles digitales no aportan contenido a la re. No suman nada al total de lo que se aloja en internet. Son los eternos analistas, opinólogos expertos que bien pueden estar escribiendo apasionadamente sobre la participación y la comunicación global de múltiples direcciones como puedes encontrarlos desgranando las propiedades de una patata turca con usb de tres patas.

Los apóstoles digitales contribuyen a que se siga retrasando el desembarco final de la normalidad en el uso de la red introduciendo un discurso filosofo-tecnológico a algo que debería ser tan natural, humano y ya cotidiano como encender un ordenador, leer, divertirse, escribir opiniones, pegarse un chateo "de fantasía", emocionarse, aprender, indignarse, reir, mirar unas mozas en haciendo cosas, unos guayabos en tanga, enseñar tus acuarelas, bajarse unas pelis, escuchar música a la carta, ver partidos de tenis en directo, encontrar amigos en la isla de Bazaruto o saber qué ha pasado en tu barrio entre un millón de millones de cosas más.

Los apóstoles digitales no difieren mucho de los apóstoles del cuento, también son escogidos por diferentes aspirantes a dioses para divulgar su palabra convirtiéndose en Lobbys con piel de influencia a cambio de más influencia y algo de calderilla gorda por la que se lanzarán ansiosos al suelo.

Los apóstoles digitales, ante la cercanía de las próximas elecciones vascas y gallegas, han tirado ya de estereotipo de superproducción americana para decirnos que una revolución digital ha llegado con Obama y que aquí, como buenos tontos del haba Obama tenemos que golpearnos el pecho al estilo Bustamante y gritar emocionados un ¡Güi can!.

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El presidente del mega-mundo, al grito de "no sin mi Blackberry " nos ha hecho ver de pronto el internet político ideal e  idealizado, porque siempre habrá un gilipollinglish al que le pongan una música trinufalista y marcial con un colorista vinilo detrás con una bonita frase escrita  para que crea sin reservas que todo eso que puede que sirva para Texas tiene que ser igualmente válido para la gestión y administración del barrio de Triana.

Idolatrías que aparcan identidades

Aún sigo buscando dónde andarán escondidos todos aquellos que ayer mismo se oponían con firmeza a que un presidente  de otro continente se erigiera en juez y modelo de un  gobierno mundial, no acabo de entender que se hayan dejado abducir por  Lobbys y apóstoles digitales.

Pero los entiendo y disculpo, el español cenutrio medio siempre quiso tener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood Boluevard, poder soplarle la falda a  la Monroe, tener cara de Bogart y salir en la tele abrazado a  las mollas de Anjolines Yolís.

Y comprendo la cercanía del español con el sueño "güi can", de hecho ya nos hemos hermanado con ellos en la exclamación colectiva de un "Oh mai Gód" cuando recibimos las terroríficas cifras del paro, del último viaje por cierto se desprende que en esta isla de Europa ya existen 827.000 hogares donde todos sus integrantes están en el paro.

Pero como de esto no se puede culpar al gobierno, que es un problema mundial no estaría mal que alguien se declarara presidente del mundo para poder señalar a alguien como "un poco culpable"

No abandone su apostolado

Pero que ningún apóstol digital se de por aludido, al menos no de manera peyorativa ya que estoy convencido que son necesarios para el divertimento, hacen reir, al igual que lo hacen los videntes de las teles locales, los frikis de las sectas, los adosados en internet al candidato de turno y los periodistas de salón,  la red sin sus contenidos humorísticos sería un completo coñazo.

Lo que más me intriga es saber a qué se dedicarán cuando se les agote el carrete apostólico.


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