
Aunque, imagino la respuesta, ser humorista gráfico e ilustrador supone mucho sacrificio personal.
Sí, está claro que sí. Yo hay días que me tumbaría en el sofá a ver una peli, o, en fin, no hacer nada, pero no me lo permito, solo en pocas ocasiones me lo permito, cuando estoy muy cansado o muy desanimado, pero en general siempre busco la manera de enfrentarme al folio en blanco, o a la pantalla, o doy una caminata para que se aireen las ideas... Sí, tengo muy poca vida social, en parte por elección personal y en parte porque cuando uno tiene la economía así de escasa.

En fin, lo de irse por ejemplo a cenar con los amigos se convierte en poco menos que misión imposible. Un lápiz y un folio sigue siendo un material barato (uy, que no lea esto Rajoy o su sucesor, que nos sube el IVA de los lápices y los folios...) y con la luz del Mediterráneo tampoco hace falta gastar mucho en bombillas. En fin, es hacer lo que se puede con lo que se tiene.

No me resisto a preguntarte de tus viñetas o personajes a cuál le tienes más cariño.
De mis viñetas... siempre me pasa igual: mis favoritas son las que menos éxito tienen, cuanto menos "me gusta" o retweets, o veces que se ha compartido, o comentarios o etcétera, esas son con las que me encariño más. Y es que pasa a veces que te tiras horas dando forma a una viñeta, puliendo el guión, cuidando los detalles, buscando los colores... y echándome unas buenas risas mientras la hago (porque eso sí: yo me lo paso muy bien con mis viñetas de humor, me tienen que hacer gracia, sorprenderme cuando se me ocurren y arrancarme por lo menos unas sonrisas cuando la veo terminada) y al final la publico y pasa desapercibida.
En fin, las que vuelan por la red a toda velocidad también tienen ese lugar en mi corasonsito, sobre todo algunas que son muy especiales para mí, pero las otras, las marginadas... son mi debilidad. En el caso de los personajes... ahí es distinto, porque el personaje con el que me siento más cómodo y el que me parece más simpático y más legal y más todo es el personaje que mejor aceptación tiene cuando sale al escenario.
Es un personaje que en Mi Lápiz creo que no ha salido nunca, pero en mi blog fue bastante habitual durante 2 o 3 años, ahora sale menos, pero me río mucho con él. Es el Cactus, el personaje que dice todas las barbaridades que pienso y que no me atrevo a decir. Prefiero que las diga él, jejeje. Y el Cactus vive en el desierto, que es la imagen que tengo muchas veces del mundo donde vivimos: un erial de humanismo, un mundo estúpido donde prima la guerra sobre la paz, el dinero sobre la bondad. Aún así siempre encuentra la manera de descojonarse.

Es un personaje muy cariñoso que da besos y abrazos pero... ¡es un cactus! ¡con sus pinchos! Es así como me siento tantas veces... y como se siente mucha gente: queremos dar lo mejor de nosotr@s pero a la que nos descuidamos se nos erizan los pinchos.

Como dibujante veterano, seguro que te has metido en algún lío, nos lo cuentas.
Pues no, que yo recuerde. Hubo más en la época de Kastelló, pero a mí me pilló más como editor. En un par de casos sobre todo, con una viñeta que hizo un colaborador donde parodiaba los cursos de Nueva Acrópolis (nos llegó una carta de un bufete de abogados, con amenaza de denunciarnos si no le dábamos el nombre del colaborador que había firmado con seudónimo (no le dimos el nombre, por supuesto) y ahí se acabó el asunto.
Y con unos poemas de otro colaborador, que llevaban por título "Apologia del terrorisme" (eran en valenciano), ahí no recuerdo muy bien, pero creo que fue el poeta quien al final se echó atrás y le cambió el título. Aunque por mí no había problema. Otros casos que se saldaron con vetos a Kastelló en según qué sitios. Ya en esta etapa, donde me dedico más al humor gráfico, no recuerdo ninguna cosa especial, aparte de perder algún que otro seguidor o algún comentario despectivo.

¿Qué te han enseñado los gatos, por qué en tu blog tienes la sección Gatuneando?
Muchas cosas, sobre todo a pasar olímpicamente de muchos humanos. Hubo un gato, que vivía en casa de una novia que tuve hace años... que era un señor gato, muy tranquilo él pero también muy digno y muy inteligente, fue la primera vez que sentí con toda claridad que un gato no es solo un gato, es ante todo alguien, es gente, como tú o como yo. Lo de Gatuneando nació hace unos meses, de resultas de un proyecto fallido para una editorial. Al final lo que hubiera podido ser un libro se convirtió en una serie para el blog.

Te gusta jugar con el lenguaje, con los acapuforismos, pero, al mismo tiempo, son críticas. ¿Qué es para ti el humor como concepto? ¿Sois necesarios los humoristas en la vida?
Sí, soy muy crítico en mucho de lo que escribo y dibujo, por lo que te decía antes de la creatividad como antídoto a las cadenas mentales... Y el humor que para mí es una válvula de escape. Ojo, no lo digo en el sentido de evasión, porque el humor te permite reírte de lo que te puede hundir en la miseria, te permite estar ahí, en medio de un infierno, sin acabar completamente churruscado. Esa vis cómica, en mi caso, es algo que me acompaña desde niño, y sin ella no hubiera sobrevivido, o por lo menos no hubiera sobrevivido con un mínimo de equilibrio mental.
Sí, los humoristas son absolutamente necesarios, y además hay tantas maneras distintas de hacer humor el humor negro, el cándido, el que te lanza una verdad superseria vestida con la forma de una chorrada impresionante (o al revés), el humor elegante que se ríe de sí mismo y del mundo mientras te da un apretón de manos amistoso, o el humor que te hace reír mientras te llena de besos y abrazos, o ese humor que no parece humor pero a la que te descuidas estás ahí con la sonrisa boba y agradecida.
No sé, los humanos necesitamos el humor para sobrevivir, para poder ver las perspectivas divertidas e inesperadas del mundo donde vivimos. Porque la vida no es cosa seria. Es cosa se ría, en ríalidad.


Me doy cuenta que prácticamente a diario haces alguna viñeta, ¿cómo lo consigues?
Para mí ahora es una costumbre. Lo de hacer viñetas, es casi como respirar. Aunque hay días en los que la inspiración se retrae como una mala cosa y no hay manera. En casos así no me fuerzo, porque en mi caso no tengo la presión de tener que publicar una cada día. Por eso admiro a la gente que está publicando todos los días en un periódico, me gustaría tener esa presión, y creo que podría con ella, pero sé que es muy complicado.
Mi experiencia es la de tener días donde hago dos o tres viñetas, y además se me ocurren ideas para tres o cuatro más, o periodos de una o dos semanas que es una vorágine de ideas.

Luego hay días resecos y completamente estériles. Insisto: no hay que forzar, con esto de la imaginación es mejor la calma y la tranquilidad, porque a la que te descuidas salen ideas como churros. Estos últimos meses, por ejemplo, he tenido muy pocas ideas para viñetas de humor blanco, pero tenía muchas preparadas de épocas más pródigas, por lo que quien visita los sitios donde publico no ha percibido ese bajón.
Tengo más de hormiga que de cigarra, creo que es porque vengo de familia de agricultores, y llevo en los genes aquello de "ay ay ay, guarda para cuando no hay", y es que la inspiración es como el clima, no sabes cuando puede venir la sequía, o el granizo, así que hay que aprovechar los días de buena lluvia y de buen sol.

¿Cómo ves el panorama político actual? ¿La política es fuente de inspiración continua?
Uy... Para mí la política es sobre todo fuente de mala leche. De verdad. Hay días que me da asco, así como te lo digo. Tengo épocas donde trato de darle esa vuelta hacia lo amable, hacia lo risueño, pero hay épocas que me lo cuestiono todo y me pregunto: "¿Por qué tengo que ponerle un espejo divertido a ese vertedero de sinvergüenzas?" Y en esas estoy.
Últimamente estoy encontrando cierto equilibrio con la serie "No somos nadie... ¿o sí?", donde los personajes son chiquititos, no podemos identificar si es un hombre o una mujer, o si lleva corbata o casco, o si es joven o viejo, ahí habla la gente que somos, las personas que somos, más allá de los roles, y trato de ser elegante en las formas escritas, y fundirlas con las formas dibujadas, para conseguir esa distancia que me permite hablar de tanta... en fin, de tanta mierda como hay en la vida cotidiana.

El panorama político actual lo veo igual de mal que hace dos décadas, y que hace cuatro. Para mí es un problema del sistema, que es un sistema explotador. Estáiseñado para sacarle jugo a la mayoría. Pero la responsabilidad de esta situación no es solo de los de arriba, de quienes se aprovechan de la situación para vivir con todo lujo de caprichos. La responsabilidad es también de las mayorías, silenciosas o quejosas, y es también nuestra responsabilidad porque nosotr@s podemos cambiar el panorama.
Es verdad que el sistema está diseñado para que obedezcamos sin que nos demos cuenta de que obedecemos. Tenemos el cerebro lavado en el mejor de los casos, y hecho una porquería en el peor de los casos; pero eso no es excusa para la pasividad. No es excusa para la complicidad con quienes nos mantienen siempre al borde de la indigencia, económica y moral. En fin, no soy muy optimista, porque veo a la mayoría todavía anclada al sueño de ganar una lotería, o de no ser muy pisoteada por el resto del rebaño.

Pero no quiero ser víctima ni parte del pesimismo que nos lleva a la desactivación, a la apatía. En ese sentido sí soy optimista, optimista de que, si queremos, podemos ser personas, y no borregos... Por otro lado, no creo que la situación actual con los llamados "partidos emergentes" echándole un pulso a "los de siempre" sea la solución, la panacea, aunque es buena señal que hayan surgido personas y colectivos capaces de actuar de un modo tan distinto al que estábamos acostumbrad@s.
No sé, soy escéptico, pero habrá que seguir atento, como mínimo el inmovilismo que se impuso tras la transición se tambalea. Y eso, aunque poco, ya es algo.

¿Todo esfuerzo tiene su recompensa?
No lo sé, ojalá fuera así, pero hay tantas personas que se esfuerzan un montón en lo suyo y no les llegan las oportunidades... estos últimos años, además, es más complicado, llega un punto en el que dan ganas de cerrar el chiringito y rendirse, es muy complicado, mucho.
En fin, mientras haya una posibilidad, no hay que bajar los brazos, y ya existe una recompensa cuando disfrutas con lo que haces, y también al saber que logras transmitir emociones, pensamientos, inquietudes, ideas a otras personas. No es suficiente esa recompensa, claro, porque las personas no vivimos solo del aire, o de la satisfacción por esforzarnos y hacer bien nuestro trabajo y conectar con otra gente. Yo de momento, aunque con mis bajoncitos, sigo con ganas de seguir aprendiendo, no conformarme con lo que he hecho ni dormirme en ningún laurel, sino seguir descubriendo nuevas maneras de expresar, ir reciclándome, evolucionando.
Mientras pueda, lo seguiré haciendo. Cuando ya sea imposibl, pues por lo menos tendré la tranquilidad de haberlo intentado. Ya hay una recompensa muy íntima en sacar lo mejor de uno mismo y compartirlo.