
Las ONG denuncian que los subsaharianos viajan hacinados en autobuses, esposados y sin agua ni comida.
Hemos visto esa imagen en la televisión, un hombre salta de la ventana de un autobús y está esposado a otro que continúa dentro. Es una alegoría a la libertad de estos inmigrantes unidos por la desgracia común de querer cambiar su terrible destino.
Marruecos sólo repatriará a sus países a unos 350 inmigrantes de Senegal y a otros 600 de Mali, vía aérea desde Oujda, después de haber alcanzado acuerdos con las respectivas embajadas. Sin embargo, el resto, unos 300 subsaharianos de otras nacionalidades, están siendo conducidos en autobús -esposados, hacinados, sin agua ni comida según denuncian las ONG- hacia un lugar no deteminado al sur del país.
Conociendo como se las gastan, pueden ser abandonados en el desierto, puede que tengan suerte, «solo» les suceda esto y puedan volverlo a intentarlo. Cualquiera que haya estado cerca de la valla de Melilla puede atestiguar que se huele el miedo y el sufrimiento mezclado con la esperanza y la desesperación.
Empiezo a estar harto de que nadie quiera ver personas, solo inmigrantes como bultos ilegales.