
Poesía
Viñeta del 14/08/2016 en CTXT
En agosto, como cada año, se conmemora el aniversario de la masacre atómico en Hiroshima y Nagasaki. Este año tocaba el 71.
Y como cada año, se vuelven a leer las mismas leches, una legión lo justifica, aplaude y presenta como un acto glorioso y necesario para terminar con la guerra. Escabechinas inevitables, estaba escrito en el cielo.
Y cada año se le resta un cacho al asesinato masivo y se le añade otro poco de heroicidad. Es la épica del discurso poético del matar.
«La muerte cayó del cielo», dijo en mayo el presidente de EE.UU., Barack Obama, a las víctimas del ataque nuclear de Hiroshima a modo de tributo. Unas bombas de las gordas se desprendieron de una nube, cosas que pasan.
Cada año se pierde un trozo de la masacre y se suma una nueva ración de basura poética que convierte la hipocresía en equidistancia y simplismo. Muy pronto, las fotos de las cenizas no serán más que recuerdos borrosos de aquello que pasó con una bombona de butano en un barrio de Japón.