Tiempos mejores

 
Tiempos mejores

Viñeta del 05/03/2022 en CTXT

Saldremos mejores personas. Esto nos hará más fuertes. Estas y otras frases similares, que bien podrían imprimirse en sobres de azucarillos para los bares, alimentaron un pensamiento infantil que a alguno le sirvió para sentirse algo menos mal durante unos minutos mientras gestionábamos cómo mantener la salud mental para enfrentarnos a una pandemia mundial.

Pero lo cierto es que si algo nos ha enseñado la historia, es que siempre podemos convertirnos en una sociedad peor.

Hoy he recordado la noche que estuve más cerca de los rostros de una guerra. Fue en 1999. Por aquellos días colaboraba con una tele local para la que después trabajé durante unos años.

El 7 de mayo de ese año, un grupo de unos 230 refugiados albanokosovares de 36 familias procedentes de Albania llegaron a Málaga en un avión fletado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, desde allí viajaron en autobuses hasta el Centro Eurolatinoamericano de la Juventud (CEULAJ) en Mollina, que fue habilitado como centro de primera acogida y derivación.

Como nos pillaba a unos pocos kilómetros de distancia y en la tele no pensaban enviar a nadie por la hora de la llegada, alrededor de las 23:30 de la noche, decidimos acercarnos a grabar algunas imágenes.

Los gráficos tuvimos que hacer nuestro trabajo desde cierta distancia, detrás de unas vallas. Tras hacer los planos generales de rigor llegó el desfile de semblantes. Cada ventanilla de aquellos autobuses era una postal de la desolación más absoluta.

No se podía determinar si estaban tristes o aliviados, sus miradas apuntaban a ningún sitio. Bajaron del autobús, caminaron despacio hacia el interior su nueva residencia temporal y todos volvimos a casa.

A los 15 días conseguirían la documentación que les permitiría circular con libertad por el país y más de una vez me he preguntado qué habrá sido de ellos. El paso del tiempo no me ha impedido olvidar las imágenes de toda aquella mierda que se podía ver en televisión cada día.

En el Congreso se debatía sobre la dimensión de la tragedia que estaba sucediendo en Europa. Se decía entonces que era la tragedia humanitaria más importante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa y que existieran 700.000 refugiados fuera de las fronteras de Kosovo indicaba la proporción del desastre. Todos hablaban de catástrofe, como si un agente meteorológico violento hubiera golpeado a aquellas personas.

Según Naciones Unidas hay ya un millón y medio de refugiados ucranianos dispersos entre Polonia, Hungría, Moldavia y otros países. Se han visto obligados a abandonar sus hogares en Ucrania debido a la invasión rusa.

Quizá una de las diferencias reseñables de aquellos días y los presentes, sin obviar que todos los que vivíamos entonces tenemos ahora casi un cuarto de siglo más a nuestras espaldas, es la angustia que provoca el ametrallamiento incesante, diario, minuto a minuto, de imágenes y discusiones, unas absurdas y otras necesarias.


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