No sé escribir, por eso respeto y admiro a todo aquel que sabe hacerlo. Cuando se lee a alguien como Miguel Baquero es como mirar a alguien tocando el piano. Parece un truco maravilloso.
Cuando tuve que acometer la empresa de ilustrar la cubierta de su próximo libro, que se paseará por estanterias en marzo, empecé a espulgar entre textos a la búsqueda de sus letras.
Acabé releyendo sin descanso uno de sus relatos convenciéndome que cualquier dibujo no haría justicia a su trabajo, pero enseguida supe que el humor haría que el encuentro fuera posible ya que Miguel tiene y mucho.
Cuando salga pienso comprar dos, uno para guardar en un lugar secreto para que sea encontrado por los reconstructores del mundo y otro para manosear cuando necesite lecturas divertidas, con vericuetos imaginarios, risueños y mundos no tan imposibles.
Tanto a José como a Miguel les tendré siempre un gracias pendiente.