El efecto Vicente

 

El efecto Vicente

Al creador de Twitter, Jack Dorsey, le sacan un titular que ni llega a los 140 caracteres y allá que vamos todos a repetirlo.

Pero es que el bueno de Jack va más lejos y deja una sentencia.

"El ser humano tiene el deseo de informar a la gente acerca de sí mismo"

Miedo me da que alguien pueda tomarse en serio una humanidad así. Más bien creo que un buen número de personas tiene el deseo de conocer la vida del vecino.

Y claro que Twitter no es una red social, pero tampoco una herramienta de comunicación. Como mucho un chat con alas, un gigantesco cementerio de gerundios, la corrala del F5, un nada convertido en algo por el boca a tecla donde alguien puede arrojar cualquier verdad sin riesgo alguno a ser creído.

La única posible virtud que le otorgo es la de poder configurar lo que quieres leer, de quién y cuando, es el único cacharrito que sigo usando porque le he encontrado  su parte divertida. Consiste en soltar la chorrada del momento sin más complicación, puro ocio sin  pretensiones con lo que la comunicación aquí va en un sólo sentido.

Al resto de  floripondios sociales de exposición masiva del ego o les he dado matarile o se han quedado arrumbados.

Desde que el primer bicho viviente emitió un sonido y fue escuchado por otro que le devolvió otro ruido en un intento de respuesta. Desde que otrodibujó algo en la pared de una cueva venimos "comunicándonos". Porque entonces lo necesitábamos, dudo que sigamos necesitando Twitter para el progreso de la comunicación digital de la humanidad. Por mucho que Jack ponga posturitas de científico investigador del comportamiento humano nos sobran canales para comunicarnos.

El principio y el fin de todo esto no es otro que el primitivo objetivo de los bares que buscaban el exitoso efecto "La gente va donde va Vicente" para traspasarlo por una pasta y moverse enseguida al  barrio de moda para  encontrar un nuevo Vicente.

Donde va Vicente

Pero es que ahora hay más Vicentes que lectores y todos quieren ser leídos.

Los Vicentes se pasan el día hablando de lo que hay que usar. De que hay que tener, lo que hay que decir, cómo y dónde.

Algunos de estos Vicentes incluso ya advierten que aquellos a los  que ayer llamaban "analfabetos digitales" por no saber HTML ahora son "parias". Eso por no refexionar sobre el rebote cósmico del último Tuit del tío tonto de la corbata,  o por no radiar al minuto su  devenir doméstico en un cuadrulo, o no estar activo en no sé que red Tontita de  pijos  de Valladolid participada con dinero de una empresa con perfumes progres venida a menos.

Twitter es como las puertas de los baños de los bares, donde iba Vicente. O como ese muro que te llamaba a voces y te decía ¡ven y píntame!, pero para algunos empieza a ser como aquellos entrañables Tamagotchis con los que unos se descojonaban viendo al bicho espicharla  mientras otros lloraban muy afectados por su muerte.

En Twitter todos son Vicentes. Antes de la aparición de los chats más prehistóricos, muchos años antes del nacimiento de @Morgan en el irc de Terra ya había gente con ganas de comunicarse. Se usaban dos botes de yogur unidos con un hilo, con una emisora de CB. También de  chafardear escuchando conversaciones telefónicas privadas de manera alegal, en las que ni siquiera se podía participar,  con un scanner de "banda corrida"

Los más pobres mientras tanto seguían pegando la oreja a la pared o acercando tímpano en mercadillos, peluquerías o en la cola de la charcutería.

Quizá alguno estos chismes serán "herramientas de comunicación"  cuando dejemos de hablar de la herramienta y de la nueva cosa que ya es vieja y empecemos de una vez  a comunicarnos sin importarnos más el medio que el mensaje.

Y ahora voy y lo Tuiteo.


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14 comentarios en «El efecto Vicente»

  1. [...] Información, que no comunicación. Y para hacer hincapié en esto (y porque, aparte de parecerme una definición exacta, imparafraseable, realmente ése fue el origen de esta entrada), un extracto del texto que J. R. Mora, humorista gráfico español, incluye en su blog [...]

    También me tomé la libertad de incluir una viñeta. Aunque, si hay inconveniente, la quito.

    Excelente post. Geniales dibujos.

  2. Uf, no he podido terminar de ver el vídeo..Me da vergüenza ajena.

    Yo creo que sendos deseos no son incompatibles: por lo general, el ser humano siente el deseo de hablar de sí mismo y, quizá sólo cuando el ego se lo permite, siente también el deseo por conocer la vida del vecino.

    Ay chico, vales pa rotos y pa descosíos. Lo mismo pa viñetas que pa artículos de opinión. Un 9 le doy a este texto, ala!

    Ciao!

Los comentarios están cerrados.

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