Riqueza, viñeta del 29/01/2023 en CTXT
Ya lo saben ustedes y si no se lo resumo en pocas palabras. Ione Belarra dijo que Juan Roig era un capitalista despiadado y el mercadono replicó repitiendo el mantra de que los empresarios "somos los que generamos riqueza y bienestar". A partir de aquí la bola se hizo bolón y reeditó el debate cansino de siempre.
Juan Roig es el empresario samugo al uso que cree (más bien quiere que creamos) que en la ecuación de crear eso que ellos llaman "riqueza" no interviene ni el cliente ni los trabajadores.
Los empresarios se levantan tempranito por la mañana y, en lugar de bostezar, empiezan a segregar dinero. Lo hacen durante todo el día. Por cada poro de su piel salen billetes cada dos minutos hasta que llega la hora de irse a dormir.
Este cuento de la creación de la riqueza no se lo cuelas ni a un niño de cinco años. No existe ni un solo empleado de Mercadona, ni de ninguna otra tienda de comestibles, que sea rico.
Pero es que lo que ellos llaman riqueza es "el mercado", amigos. La macroeconomía sin rostro ni nombre en la que ellos se atribuyen las posiciones más elevadas de la pirámide.
Aquí, este Juan simplemente cubre una demanda, la necesidad de un lugar donde poder cambiar dinero por alimentos. Si no lo hiciera él lo haría cualquier otro Juan. Esta adoración fanática del que tiene perras es una rémora palurda que arrastramos desde los tiempos en los que había tres o cuatro señoritos con posibles y el resto era mucho más que pobre.
Este Juan, que animó al personal a "trabajar como chinos" para seguir viviendo como españoles, está convencido de que la "cultura del esfuerzo" consiste en trabajar como bestias.
Juan sigue subiendo los precios de sus productos porque la empresa de Juan solo tiene un jodido objetivo, el de toda empresa, ganar más y más pasta. Sin techo. Y eso no "vende" socialmente porque es la definición perfecta de la avaricia. Aunque dicen que comparten una parte de lo que ingresan, simplemente lo hacen porque no les queda más remedio. Si de ellos dependiera, volverían a pagar con un puñadito de sal.
También dicen que tratan bien a sus empleados, eso muy discutible, y que pagan mucho mejor que el resto de empresarios de su especie, lo que no es más que un síntoma más de lo mal que está la cosa en general.
Juan piensa que debemos darle las gracias por no ser un auténtico cabrón como sus miles de colegas empresaurios que pagan una mierda, con los que se compara, y que supuestamente también eran parte de esa gran familia de creadores de riqueza. La suya, claro.