Fueron muchos más los que expresaron hoy su rechazo al terrorismo de manera civilizada pero los violentos de lengua y cerebro han tenido un especial protagonismo y seguimiento.
Los restos arqueológicos vociferantes nos han vuelto a recordar que existen, que están entre nosotros. No tienen reparo en escupir desprecios, intolerancia y fobias múltiples.
Esos abuelitos y abuelitas que reclaman el respeto a hachazos daban un poco de miedo, pero daban más pena.
No me imagino a estos abuelitos entre sus nietos, cuando los miro me parecen gentes sin familia, sin recuerdos, gente que vino de ningún sitio para representar la crueldad y la ignorancia.
Yo creo que todo áquel que pide respeto debe ser escuchado y respetado (valga la redundancia).
Gran viñeta, amigo JRMora ;)
Un saludiño desde Galicia.
Gente que pide respeto, ya sea por sus canas, ya sea en el autobus, en las colas del banco, y sin embargo su sentimiento no es mutuo.