Ventanas y balcones son puertas al infierno, pero hay que volver al trabajo. No todo paisano puede permitirse dejar de trabajar ni un día más del que se le concede. Otros están más preocupados por encontrar un trabajo o siguen intentando cazar uno un poco mejor que el que tienen.
Hasta hace unos días era feliz únicamente por no tener que leer un cerro de noticias absurdas, serpientes de verano y otras porquerías de temporada. Pero, mala suerte la mía, he vuelto al tajo justo a tiempo para encontrarme con los bulos y balas. Los rescoldos del aquelarre racista y de difusión masiva de mensajes de odio con llamadas a la violencia cada día más habitual. Algo que algunos pretenden ya que entendamos como una suerte de nuevo derecho de libertad de expresión de la maldad absoluta en crudo.
En mi lista de ideas para un programa electoral decente sigue estando en las primeras posiciones la prohibición real de trabajar en agosto y/o cualquier otro día del año en el que se alcancen estas torturas que tenemos por temperaturas, cosa que se empezó a regular, como el que dice, ayer por la tarde. Un poco más abajo en la lista, pero sin salir nunca de ella, sigue lo de abolir el puto banner de cookies.
Hoy hemos tenido que hacer un viaje inesperado, molesto y no deseado, por motivos nada agradables, y ha habido varios momentos en los que la calufa extrema me ha hecho recordar a todos aquellos que tienen que doblar el lomo a la intemperie para sentirme algo menos peor o incluso afortunado.
Dentro de muy poco, en los medios nos volverán a bombardear con la porquería del síndrome postvacacional, olvidando a los que se las pillan en septiembre, para intentar convencernos de que ese desánimo, cabreo, cansancio, tristeza o apatía es algo pasajero y no el resultado de la acumulación de hartazgo.
No se dejen engañar, las vacaciones no provocan ningún problema. Deberían ser un proceso sano más de descompresión del trabajo y el resto del año deberíamos tener jornadas que nos permitieran poder dejar de alimentamos de pequeñas píldoras insuficientes de tiempo libre.
Si necesitan un ejemplo del típico lamebotas del capital. Ahí tienen a Francisco Marhuenda, siempre disparando hacia abajo.
El vocero pepero añadió en la Sexta (Todo queda en casa Editorial Planeta) que además "siempre se puede trabajar de lo que a uno le gusta". Así son los pijo-capitalistas mamporreros. Para ellos no existe ninguna otra realidad que su universo de unicornios. Estos son los verdaderos enemigos del pueblo, mala gente que camina y va apestando la tierra.
¡A la mierda el trabajo!
Según la Organización Mundial de la Salud, trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en un 35% el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17% el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.
Por esto, y por muchas cosas más, parafraseando a Vanesa Jiménez, no puedo más que recordar su ¡A la mierda el trabajo! Al menos concebido como lo plantea esta piara de sociópatas que tenemos cortando el tejido laboral.
¿Necesitan otro ejemplo para esto? Sin problemas.
Ahí lo tienen. Está escrito nada más y nada menos que por la agencia pública de noticias española.
Les ahorro el clic a este clickbait mezquino y mentiroso de EFE.
Según estos funcionarios de la desinformación los pobres empresarios españoles "pierden" 13.081 millones de euros y para que salgan las cuentas presentan como absentismo las bajas médicas por Incapacidad Temporal por Contingencias Comunes (ITCC).
Trabajen lo justo y ganen lo ídem, que para generar riqueza ya está el empresario.
