El titular "Arde Twitter", y todas sus variantes, ya ha hecho costra crónica. Tanto es así, que algunos han asumido que la normalidad es acudir rápido a Tonter para meterle yesca a lo que sea.
No importa que cualquier humano común pueda leer lo que se escribe en Twitter, ni siquiera se necesita estar registrado para poder hacerlo, los digitales y las televisiones darán cuenta de cualquier chatarra maquillándola de cosa noticiosa añadiendo el prefijo ardiente y presentándola como de muy necesaria lectura.
Y cuentan algo que seguramente habrán leído ya millones de personas. Twitter les ha robado el pastel de la atención, en parte por su culpa, porque durante años se han encargado de engordar la importancia de cualquier cosa escrita allí.
Se podría hacer una lista larga de personajes de la política, el espectáculo y polemistas profesionales de columna periódica, que son foco de incendio por defecto. Sirva de ejemplo cualquier boutade que suelte Reverte. Automáticamente pasa a ser titular ardiente.
No importa lo que se diga, sólo el nombre del que lo diga. Y que arde Twitter. El incendio es género y sección. Los clics están en el tumulto y Twitter se ha convertido en la nueva agencia gratuita de contenidos para artículos de recopilación de escombros.
No importa si se trata de una obviedad, un escupir al viento, un insulto macarra o el mensaje más vacuo y repetido de la historia de Tonter. Los de disfraz de malote buscan el aplauso y lo encuentran. El zasca, el zas y el meme borroso de tanto repetirlo cerrarán el círculo. Y se abrirá otro igual en un ratillo.
Admito que echo de menos ese Tonter que empezó como refugio de los que huían de la agenda marcada por los flautistas de la tele y de lo efímero de la chatarra informativa de caducidad diaria. De cuando se explotaba la diversión ensayando bonitos malabares tirando de ingenio y sátira.
Y es probable que sea un efecto "cualquier tiempo pasado fue mejor", que me equivoque leyendo a según qué personas o que esas personas hayan cambiado y se estén dejando llevar por el vocerío de las oleadas de los muy escandalizados siempre y por todo.
Quizá sea algo de eso, todo, u otra cosa, pero diez años ardiendo es mucho quemarse.
Es el pan nuestro de cada dia, cada vez somos mas libres de elegir a que juntaletras leer y que medio queremos que nos desinforme mejor.