Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

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Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Hace tiempo que tenía ganas de una Raspberry para cacharrear y como ya anticipé por aquí, me la echaron los reyes.

La idea inicial era pillar una Rapsberry 4 de 8 GB monda y lironda, pero para montar un PC auxiliar había que comprar además teclado, ratón, tarjeta MicroSD o disco SSD y fuente de alimentación. No salían las cuentas. Me arriesgaba a que los reyes magos desestimaran mi petición.

La opción más razonable fue pillar el kit Rapsberry Pi 400 (4GB) que ya viene con todo, incluyendo una tarjeta MicroSD (también llamada Noobs) con Raspberry Pi OS (antes Raspbian) preinstalado a falta tan solo de enchufarla a un monitor, único trasto que ya tenía de cuando jubilé el viejuno para hacerme con uno de esos estirados.

La fiesta salió por 130,87€, incluyendo los gastos de envío. Se adquirió en Raspipc ya que no la encontré más barata con teclado en español por ningún otro sitio y cuando se compró, a mediados de diciembre, aún había escasez. Aunque era algo que se supone que Raspberry ya había solucionado el 12 de diciembre.

Este kit, inspirado en los míticos microordenadores personales de los años 80 como el ZX Spectrum o el Commodore 64 fue lanzado el 2 de noviembre de 2020. Un ordenador completo de muy bajo consumo integrado en un teclado compacto.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Tabla comparativa Commodore 64 vs Raspberry PI 400 / Simon Martin

Si eres un linuxero empedernido ya puedes ir buscándote otra cosa para leer porque aquí no encontrarás mucha información útil más allá de mis impresiones personales sobre esta cacharrería. Además, dejé de usar Linux en 2009, así que ya me acuerdo de poco y puede que incluso eso esté ya caducado, por lo que para mí supone casi un redescubrimiento.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Así fue el desempaquetado. Al abrir la caja, lo primero que aparece es el teclado. La primera impresión es que es un plastiquillo casi de juguete. No es tan así. No está mal rematado ni resulta tan endeble como parece.

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En su parte trasera, con el color frambuesa característico de la marca, está toda la ristra de bujeros para meter cosas.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

En la foto, de derecha a izquierda: el puerto GPIO para el cacharreo, que viene cubierto con un protector de goma, la ranura para la tarjeta MicroSD, que será nuestro disco duro tanto para el SO como para almacenamiento, dos puertos micro HDMI (soporta dos monitores), dos puertos USB 3.0 y uno 2.0 y un puerto Gigabit Ethernet para enchufarle la fibra ahí. También tiene WiFi doble banda y Bluetooth 5.0.

Por último tienes el orificio para una instalar un cierre Kensington. Un sistema mecánico que, más que proteger, disuade del robo por aquello de que hay que romper un poco para quitarlo si no eres un mangante experto.

Aquí tienes el resto de especificaciones.

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Bajo el teclado está la fuente de alimentación USB tipo C de 5.1V 3A y la tarjeta MicroSD.

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También el ratón oficial, Más bien grandote. Casi tanto como el largo del teclado.

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Su calidad es la habitual de un ratón normal.

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Al fondo de la caja se encuentra el cable micro HDMI a HDMI para conectar el monitor.

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Y finalmente aparece la guía oficial, muy bien editada y con muchas ilustraciones. Como deben ser los libros de bien. Este libraco también se puede descargar gratis.

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Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

El teclado, de 78 teclas en su versión en español, es sin duda el alma de la fiesta porque todo lo importante va dentro.

Para que te hagas una idea del tamaño, está a medio camino entre un teclado TKL de 88 teclas y un ZX Spectrum 48K, pero mucho más delgado que ambos. Tan solo 23 mm de grosor.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

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¿Y cómo se refrigera todo esto?

Pues con un gran disipador de cien gramos integrado que cubre casi todo el teclado y que, además de ser la pieza más pesada del teclado, cumple otra misión, reforzarlo y darle rigidez al conjunto.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Parte trasera del teclado con las rejillas de ventilación

Pese a sus dimensiones, las teclas tienen un buen tamaño y tacto. Sin embargo, las más estrechas, las cursoras, son tan pequeñas que cuesta acostumbrarse a su uso al quedar muy reducidas y juntas. No hace falta tener los dedos muy gordos para pulsar tres de una vez por error.

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Aquí parecen grandes, pero esas teclas de dirección son diminutas.

La Pi 400 es la primera Raspberry Pi que incorporó un botón para apagarla y encenderla

Presionando Fn + F10 durante dos segundos se puede hacer un apagado suave y pulsando Fn + F10 durante diez segundos se consigue un apagado forzoso. Con F10 (o Fn + F10) se vuelve a encender.

También incorpora tres indicadores LED, uno en rojo para el bloqueo numérico, otro, también rojo, para el bloqueo de mayúsculas y un tercero verde que informa de si el equipo está encendido.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Llega el momento de enchufarlo y echarlo a andar. Esto es tan simple como conectar cada cable en su sitio con la MicroSD metida en su ranura y se instalará el sistema operativo en menos de diez minutos.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
La Raspi soltando su rollo linuxístico habitual

Algunos cacharros adicionales añadidos

Ya metidos en harina y como la mesa iba a tener que albergar aún más cables, por si no había ya suficientes, aproveché para solucionar de una vez por todas el asunto de la guarrería de la maraña de cables por el suelo.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Para este menester me hice con una regleta vertical como esta. Andan por ahí por menos de 40 euros.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Los cables quedan estratégicamente escondidos y enrollados detrás de los monitores y el suelo queda libre.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Ahora se esconden los últimos cables detrás de la torre y aquí no ha pasado nada.

Otro asunto que había que solucionar era llevar el cable de la fibra hasta la esquina de la mesa donde se iba a ubicar la Raspberry. Aunque tiene WiFi lo suyo era enchufarle cable para disponer del máximo de velocidad con una conexión estable.

Estos fueron los aperos que lo hicieron posible: un extensor para unir cable, tres piezas de cable Ethernet de categoría 8 de distintas longitudes y un switch Ethernet de 5 puertos.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Otra cosa de la que podría haber prescindido (de haber tenido un disco SSD o USB decente), pero que es muy útil es el lector de tarjetas MicroSD, ya que mi ordenador (de 2012) no tenía.

Lector de tarjetas SD y MicroSD
Lector de tarjetas SD y MicroSD
Lector de tarjetas SD y MicroSD. Detalle

Gracias al lector he podido sustituir la tarjeta de 16 GB (algo justa para según qué proyectos) que traía la Rapsberry por una de 32 GB y grabar distintas distribuciones para probarlas a placer.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero
A la izquierda la suministrada con el equipo, a la derecha la sustituta

Poder grabar la tarjeta o en disco y guardar copias de seguridad en otro ordenador tantas imágenes de sistemas operativos como quieras es un gustazo, para eso se puede usar Balena Etcher o Raspberry Pi Imager, que va realmente bien, y Win23Disk Imager para guardar copias.

Aún así, lo suyo es pillar un disco SSD interno de 2.5″ SATA con un adaptador USB a SATA y y enchufárselo por USB a la Rapsberry para arrancar desde el disco porque, además de que se gana bastante en rendimiento en cuanto a escritura/lectura, las MicroSD son mucho más frágiles y su vida útil es mucho menor que la de los discos SSD. Además, ya se puede comprar un SSD bueno de 240 GB por apenas 25 euros. Quizá sea eso lo próximo que me agencie cuando pueda.

Ya he probado las siguientes distribuciones, todas de 64 bits, por este orden:

  • Rapsberry Pi OS. Un SO muy bien resuelto. Sin duda el más ligero, rápido y estable con diferencia ya que sacrifica toda floritura.
  • Manjaro ARM KDE Plasma 22.12. No va nada mal. La bautizo como segunda opción. Me gusta. Va relativamente rápido, aunque cuando empezaba a recordar los sudo, vienen estos con el pacman de Arch :P. De todos modos, Manjaro invita a pasar bastante de la consola.
  • Ubuntu Desktop 22.10. Sabía que pasaría, los 4Gb se quedan algo cortos y se mueve bastante lento. Muy a mi pesar tuve que desistir de complacer mi ataque de nostalgia y solo estuvo instalado unas horas. Ubuntu Mate mejora bastante, aunque no llega a ser realmente ligero es una buena alternativa a tener en cuenta.

La opción ganadora, de momento, ha sido Rapsberry Pi OS Lite con KDE Plasma como escritorio deshabilitando Compositor y haciendo algunos ajustes de optimización que lo dejan cerca en rendimiento del Pi OS que viene preinstalado con el escritorio PIXEL basado en LXDE.

Y ahí está.

Raspberry Pi 400, regustillo ochentero

Agradecimientos por los consejillos a:

@matas / @Sr_Kenobi / @karlggestd/ @NiLace / @salva_pl / @slamelov / @LarreaMikel / @VictorMoral

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2 comentarios en «Raspberry Pi 400, regustillo ochentero»

  1. Te has dejado lo más importante, ¿puede con el Crysis?

    Fuera de coñas, qué nostalgia ver un Spectrum. A los 15 años conseguí que me regalasen uno de 16KB de segunda mano y, al poco, convencí a mi abuela para que me pagase la ampliación a 48KB.
    Visto hoy, parece imposible que se hicieran algunos juegos con tal cantidad de memoria disponible. Seguro que este breve texto ocupa mucho más…

    • :P Ni me he acercado a los juegos retro para evitar ataques de nostalgia.
      Nos compraron ese 48K después de dar la turra durante meses y recuerdo como si fuera ayer el día que fuimos a pillarlo al bazar hindú donde lo vendían como novedad muy novedosa y las peleas a muerte en casa por usarlo.

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